
Una historia que envuelve desde el primer momento, que, aunque reconocida por su gran adaptación al cine en 1999, merece ser leída. El autor Chuck Palahniuk nos sumerge en la vida de un personaje neurótico y reprimido, que vive intentando encajar en los estándares de la sociedad y que constantemente expresa sus pensamientos sobre destrucción y muerte.
El narrador y protagonista empieza contándonos su historia desde el final para darnos un poco de contexto, luego mediante lo que parecen saltos en el tiempo, nos cuenta sobre su tranquila y aburrida vida; su apartamento, sus muebles, su trabajo como consultor de seguros en una compañía automotriz, su jefe, y sobre sus problemas de insomnio y cómo intenta solucionarlos. Asiste a grupos de apoyo de enfermos por recomendación médica, donde llora, no se siente juzgado y lo apoyan a pesar de nadie conocer de su verdadera condición de insomnio, logrando sentirse mejor y descansar. Allí conocerá a Marla Singer, una mujer inestable y perturbada que le resulta amenazante, pues al igual que él acude a los grupos de apoyo sin padecer ninguna enfermedad. Él, aunque ya no se siente cómodo, no se rehúsa a dejar estos grupos, opta por odiar a Marla.
A nuestro protagonista un día le cambia la vida luego de un incidente en su apartamento, lo pierde todo, se lamenta por sus muebles y sus pertenencias, pero sin entender muy bien cómo sucedió y dejando todo en manos de la policía, decide sin pensar, irse a vivir con su viejo amigo Tyler, quién tiene una personalidad contraria a la de él.
La vida con Tyler era totalmente distinta, ahora vivía en un barrio industrial, solitario y muy silencioso de noche en una casa alquilada sin muebles y llena de revistas viejas del antiguo dueño. Un lugar muy diferente del que estaba acostumbrado. Tyler lo invita a trabajar con él en las noches como camarero además de involucrarse en su empresa de jabones, por lo cual ahora pasan más tiempo juntos.
Una noche de domingo en un bar, nuestro protagonista y Tyler, ebrios, deciden pelear. Tyler le pide que lo golpee, dice que no desea morir sin cicatrices y que desea conocerse mejor. Así crean el club de la pelea, un lugar de liberación, destrucción y sin prejuicios, al que se van sumando más y más hombres bajo unas estrictas reglas. El club crece de manera desproporcionada y nuestro narrador se sorprende de encontrar en cada rincón a hombres que asisten a él. Tyler y él se convierten en la cabeza de una masa de hombres, un proyecto gigante organizado meticulosamente con un objetivo específico, caos, la destrucción del orden de la sociedad.
Esta historia con diálogos dinámicos atrapa gracias a sus personajes, sus vínculos y los cambios que poco a poco van mostrando. Los monólogos del protagonista crean incertidumbre sobre lo que ocurre en su cabeza. Muchos giros inesperados y detalles que los complementan a pesar de que en ciertos momentos llegan a parecer desconcertantes. Una lectura agradable y fuera de lo tradicional, que no pierde vigencia al llevarnos a explorar condiciones de la mente que aún en la actualidad son tabú.

Por: Natalia Ibáñez
Diseñadora interior. Como muchos, amante de la lectura, del arte y la pintura. Fiel creyente de que los libros son espejos.