La leyenda del Almirante

Por: Daniel Casas Vargas

La magia y el destino, o mejor la magia del destino, esa sustancia de la que están hechos los sueños cuando ocurren los sabios milagros y accidentes de la creación, y que por místicos designios ya pertenecen a su dueño, puede ser la hoja de ruta de alguien cuyo tránsito por la vida no fue otro que el de navegar por las tempestades del alma y sosiegos del espíritu para llegar al puerto de nostalgias y dichas de su corazón. Fueron las letras quienes escogieron a su héroe desde antes que él lo supiera, su desarraigo y desastrada “errancia” como lo sugirió en no pocas ocasiones de lo que podía haber sido su aventura por la vida, hizo entender a su lectores y compañeros de viaje, que más que en vivir, el éxito de la vida está en sobrevivir a la lucidez y la desesperanza.

La historia del almirante que se embarcó en un sueño del que no pudo regresar jamás, cuan largo y cuanto más trecho existe entre los puertos de Amberes y Buenaventura; ajeno a nación propia y muy bien curtido en aguas extrañas, que tuvo como patria la mejor de las infancias frente al mar y la pulpa de sus misterios y todo lo que hay a su paso y le adorna con la intromisión de los hombres, vulnerables a su inmenso poder y al inexorable gobierno del tiempo. Hombre de infinita resolución para adquirir el desafío de aguas saladas y dulces, soñador de navíos como su buen amigo y siempre recordado Abdul Bashur, ilusionista del tiempo y del espacio a los que la vida llevó accidentadamente pero nunca por capricho a la expedición de un mundo del que comprendió había que vivir con dedicada convicción.

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