Un gato, un libro: Tierra Sonámbula

Mia Couto

Por: Gabriel  Sandoval  Ruiz 

Mia Couto nace en Beira, Mozambique, el 5 de Julio de 1955. Es hijo de  emigrantes  portugueses que llegaron en 1950. Mozambique, fue colonia portuguesa hasta  1975, año en el que el país adquirió su independencia. Tierra Sonámbula, fue la  introducción de Mia Couto en el  campo de la novela; habiendo ya  explorado en el  de la poesía, cuento y crónica.

Antes de continuar escribiendo sobre el libro, estimados lectores, me gustaría  compartir con ustedes la anécdota que me llevó a la adquisición del mismo. Uno de  mis amigos me dijo un día que valdría la pena escribir un cuento de lo ocurrido y  yo me preguntó: ¿Será? Por el momento prefiero hacerla parte de esta reseña literaria.

Era una tarde de diciembre y había terminado de llover en una temporada donde los días estaban fríos y grises, y en donde los noticieros no dejaban de hablar de  los damnificados por el “invierno”. El almuerzo caliente que me había preparado  me tenía muy satisfecho (No hay mayor satisfacción que prepararse uno mismo  su almuerzo) cuando el maullido no adulto de un gato, captó mi atención. Debía tratarse de  un  gato abandonado y me asomé por las ventanas buscando verlo, sin  embargo, no  logré ver nada. Reflexioné entre sí abrir o no la puerta. (Abrir la  puerta, para mí, era adquirir un  compromiso con el pequeño animal) Después de esta corta reflexión decidí abrir la puerta esperando que el gato, tal vez, tuviese  reticencia a los humanos. Me equivoqué. De entre unas plantas saltó un escuálido, mojado, minino solicitando mi auxilio. Cerré la puerta lo más rápido que pude no sin sentir un cierto malestar en mi ánimo. Vi como metía su cabeza mojada por  debajo de la puerta. Vi como delicadamente la  punta  de  mi  pie le  decía  que  no. La obstinación del animal me llevó a  establecer  una  muralla  de  tabla  y ladrillos. Con más ahínco él  trataba de entrar maullando y rasguñando. ¿Qué hacer? Me preguntaba. No, nada por hacer… Unos minutos tomaron para que mi cerebro  me dijera  algo. Tomé el directorio telefónico. La persona de la fundación con quien  hablé  me  dijo  que  no  venían por los  animales  y que además era necesaria  una  contribución monetaria (un valor establecido), para la recepción del animal. Mientras  hablaba  sentía que los  esfuerzos  eran en  vano. La  persona  llegó  a  recomendarme que saliera hacer una colecta entre los vecinos. Cosa más  descabellada no pudo sugerir el individuo. En el país, en la ciudad, en el  barrio  en el que habitamos, la  vida humana  no tiene gran valor. Ahora bien, ¿Cuánto valor tendría la vida de un maltrecho gato? La persona terminó por ceder y propuso (a condición de que la edad del gato fuese menos de dos  meses de vida) recibirlo sin ningún costo, si lo llevaba antes de las seis de ese mismo día. Dejé entrar al gato y le di algo de comer mientras hacía los preparativos del viaje.

Ya en camino, mi día no  pudo  ser mejor cuando pude ver que todavía persistían con la venta de libros de saldo y que podría pasar por allí de regreso, y buscar entre los insignes cadáveres desechados. Es así, mis estimados lectores, como el pequeño gato pasó a manos competentes y yo llegué a pensar que había encontrado a una mujer que me hablaba de la guerra de Mozambique, y es así, cómo,  entre en  tierra  sonámbula (1992).

La  primera  página de la novela es una poesía que te atrapa y te obliga a aventurarte en este país de Africa del sur asolado por la soledad, la guerra, y la impiadosa muerte. El propio título del libro tiene una carga significativa y simbólica. La prosa de Mia Couto, en este libro, es una amalgama de voces y de estilos que te llevan a recordar tanto a clásicos griegos como a escritores modernos del llamado Realismo mágico. El viejo Tuahir, el pequeño Muidinga, son los personajes centrales de la obra y entorno a ellos, directa e indirectamente, giran los demás personajes de la obra. Al parecer, el autor, tomó a Tuahir  y a Muidinga, como representantes  de los dos extremos de la vida; son  la comunión entre  lo viejo y lo nuevo en  un apoyo constante y mutuo. Tuahir y Muidinga son  personajes,  no, son  hombres sin una historia  y sin un futuro, que  viajan  y vagan  por  una  carretera que  está muerta por los hombres y por los siglos. Cada párrafo, cada página, nos ofrece una poesía que por cruda y cruel que pueda ser, no deja de ser bella y de conmover. Esta  es una novela donde el autor deshilvana dos historias en apariencia distantes y distintas, que se unen imperceptiblemente en un principio y se van separando para volver a unirse en un final  colmado de lirismo.

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